sábado, 5 de octubre de 2013

El mensajero de la muerte

Aquí os dejo un "pequeño" relato que escribí hace unos días poniéndome en el pellejo del autor romántico.
Para vuestra información (y para entender el texto), el solanum es una planta venenosa, cuyos efectos aparecen descritos en el escrito.
Muchas gracias.

SOLANUM

  Si no hubiera salido aquel día, no estaría pasando por esta racha. Si no fuera tan avaricioso, tampoco. Aquella planta fue la culpable, y estoy seguro de la especie que pudo haber sido. Este dolor, esta pesadumbre, no me deja seguir.
  Cuando me dijeron que debía entregar el correo de Lord Barrington a tiempo, lo rechacé rotundamente, pues no pensaba que pudiera ser capaz de hacer tal barbaridad. Sin embargo, una vez acordado que me cuadruplicarían el sueldo de un mes, acepté pese a las consecuencias. Era una tarea ardua, en eso estoy de acuerdo, pero con todo ese dinero iba a poder alimentar a mi familia durante meses, e incluso años. Estaba dispuesto a hacerla, y ya que el Mensajero Jefe me lo había encargado nada más que a mí, me sentí algo importante. Así, me dieron un mapa a mano con el camino que debía seguir y dónde se situaba el Palacio de Barrington.
  No fue fácil el recorrido; tuve que atravesar grandes bosques frondosos, donde te puedes encontrar con todo tipo de bestias, plantas y tierras, añadido a grandes selvas donde la oscuridad es tan profunda y penetrante que es imposible encontrar un mísero rayo del sol que pase al interior, y donde la niebla se come hasta las más grandes alimañas, siendo un paraje donde fácilmente puedes morir. Los desiertos eran gigantescos, aunque tuve la suerte de que uno de ellos acabara en playa, por lo que fui bordeando la costa hasta llegar a un clima más bien fresco, donde no había tantas plantas altas, y más arbustos que nada. El palacio de Lord Barrington quedaba ya a mitad de camino, y me entró un poco de hambre, percatándome de que no llevaba nada para comer. ¿A quién se le ocurre, siendo tan mal cazador? Por algo me metí a cartero. Por tanto, lo único que podía hacer es alimentarme de bayas y raíces, encontrándome con un arbusto que tenía unas especies de aceitunas negras. Si hubiera estado allí mi mujer, me lo habría advertido, pero yo no sabía nada de plantas, así que me comí tres o cuatro de un golpe. Estaban buenas, no digo que no. Pero… algo no iba bien. Me senté en unas rocas que había cerca del arbusto y noté como poco a poco me iba doliendo cada vez más la barriga, hasta tal punto que vomité. “No me habrán sentado bien”, pensé, y continué mi camino de ida.

  Cuando ya estaba llegando a casa de Lord Barrington, me empecé a sentir incómodo, acalorado y con sopor y dolores de cabeza, que no me dejaban caminar. Pero debía continuar, para ganar ese preciado dinero que alimentaría a mi familia, y ahora estoy en estas condiciones. Como puedo, avanzo hasta el buzón, sufriendo entonces una parálisis que me deja inmóvil por completo. ¡Claro, ahora todo tiene sentido! Esas bayas…

Por Alejandro Fernández Hinestrosa.

1 comentario:

  1. La inspiración creadora es otro gran tema del Romanticismo del que no hemos hablado mucho en clase, pero creo que tú serás un buen ejemplo práctico....
    Muchas gracias por tu aportación.

    Os diré a todos que este texto surge a partir de un ejercicio de clase bastante complicado, en el que propuse crear un texto que tuviese características del Romanticismo a partir de una palabra que había que investigar: "Solanum"... Otros habéis encontrado algo muy distinto, ¿verdad?
    Gracias a todos por vuestros trabajos. Lo pasé muy bien en clase.
    Gracias, Alejandro.

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